martes, 27 de marzo de 2012

CASA ZAYAS (Rehabilitación casa árabe morisca, siglo XVI, Granada)


El barrio del Albaicín, por su específico posicionamiento en el ámbito de la ciudad de Granada, ha significado históricamente una referencia clara para el desarrollo de la ciudad moderna, en claves de índole paisajística y patrimonial. Ligado a la Alhambra por el cauce del río Darro y las Cuestas de Gomérez y Rey Chico y enfrentado a ella, este arrabal histórico, se asienta entre los bordes de las colinas de la Alcazaba Cadima, el Cerro de San Cristóbal y el de San Miguel. 

Albaicín y Alhambra están separadas por sus particularidad física y su posicionamiento geográfico, el aislamiento y separación, de ambos para consigo mismo, por su permeabilidad secuencial por recintos y de la una con respecto a la otra, han sido una constante que las ha caracterizado en su particularidad y singularidad y que ha ocasionado, la mayoría de las veces, problemas fundamentalmente de índole urbanístico, para su adaptación a la nuevas formas de vida de la sociedad contemporánea. Aunque ambas se relacionan simétricamente respecto al río Darro, son bastante diferentes en cuanto a su morfología y características principales. La una es una ciudad que se expande por su ladera hasta el cauce del río Darro, la otra se conforma como ciudad aislada que se cierra a la ciudad en los lugares de mayor pendiente y se abre al territorio en las zonas más llanas. 
Núcleo primigenio de la ciudad, la Alcazaba Cadima surge en aquel lugar geográfico más apto por sus suaves pendientes y orientación. Surgirán asentamientos  de similares características en la ladera de Mauror, la antigua ciudad judía. Este primigenio germen dará posteriormente origen a Granada al unirse con la ciudad surgida en las zonas más bajas, la Medina. Al final de todo este proceso urbano surge en la colina de la Alhambra, la ciudadela-palacio, separada de la ciudad por las vaguadas de la Assabika y Cuesta del Rey Chico y unida a ella por estas mismas cuestas del Darro. El Albaicín, barrio habitado desde el 700 ac, es ya en el s. XII uno de los más prestigiosos de Granada, en el que se asientan palacios pertenecientes en gran medida a la familia real y a la nobleza y que cuenta con infraestructuras importantes como una gran casa de baños,  hospital, aljibes, etc. 
 Tras la conquista de Granada en el s. XV, el barrio adquiere más importancia si cabe, tras la ampliación de Plaza Nueva y el establecimiento en éste de un alto Tribunal de Justicia. Familias nobles y órdenes religiosas habitan en estos momentos, la colina del Albaicín, construyendo residencias y conventos de los que muchos de ellos han transcendido hasta nuestros días.
Entre los siglos XVI y XVII la estructura urbana bajomedieval pervive a pesar de las transformaciones cristianas: Las dos calles principales “sin rodeos ni quiebros” atravesándola de “oriente a poniente, setetrión y mediodía” (refiriéndose a las calles de Elvira y San Juan de la Victoria), según Henríquez de Jorquera en sus Anales de Granada, vertebran el nuevo orden urbano a partir de implantaciones de orden religioso (Catedral y parroquias) y civil. La despoblación y el abandono sufrido en el barrio del Albayzin, tras la expulsión de los moriscos en 1571, unido a la reactivación económica y el prestigio alcanzado de la medina vieja, con el establecimiento de la Catedral y la Plaza de Bibarrambla, configuran esta zona de la ciudad baja como el nuevo núcleo urbano. Comienza así el declive paulatino del barrio entre los S, XVII y XVIII, produciéndose un abandono constante, por parte de la alta sociedad, hacia nuevas zonas de la ciudad, asentadas en zonas más llanas, más salubres y mejor comunicadas.
Tras la revolución Liberal de 1835, las casas más importantes, en ese momento desocupadas, se convierten en viviendas de baja renta para las clases sociales trabajadoras, produciéndose así una transformación tipológica importante de gran parte del caserío del Albaicín.
Pese a la importante despoblación que hubo de sufrir en los años posteriores, y quizás motivado por esta circunstancia,  este arrabal histórico ha mantenido casi intactos su trazado viario y su estructura morfológica. Ha conservado murallas, puertas, aljibes, baños y gran parte de su caserío original, casas nazaríes y moriscas que aún permiten conocer su estructura original y las influencias que la conquista introdujo en algunos de sus elementos. En definitiva un entramado de estrechas calles, perfectamente estructuradas, dilatadas en placetas articuladoras del espacio público del Albaicín.

 Los principios de la arquitectura sostenible inciden sobre aspectos del diseño, el cálculo y la construcción de edificios capaces de minimizar el impacto ambiental y las emisiones de carbono. Ello suele entrar en conflicto con otros planteamientos. En España, la tendencia para que el dinero fluya, ha sido la inversión en bienes inmuebles que aportan beneficios inmediatos y sustanciosos, lo que eleva la inflación. Ante una situación de crisis, sólo queda la reflexión acerca del futuro de la vivienda –se podría hablar igualmente de la desmesura en la proliferación de naves industriales, parques temáticos, centros comerciales…-. Es necesario repensar, investigar, aportar nuevas ideas. De nada sirve la tecnología más avanzada si previamente no hay una conciencia verdaderamente ecológica o simplemente, lógica.  
Hay que asumir dos premisas para hacer frente a una situación de crisis, casi de emergencia: 
    - El territorio es un bien escaso. 
    - Será necesario alargar el ciclo de vida de edificios y espacios.
 
El debate sobre la emisión de carbono debido a la construcción y uso de la edificación, debería trasladarse previamente a cómo debe racionalizarse el uso del territorio. Antes de continuar consumiendo más de terreno, hay que volver la mirada a los bienes disponibles: alargar la vida útil de los mismos. Para ello deberá tenerse en cuenta que: 

     - La verdadera puesta en valor de cualquier edificio, elemento patrimonial, espacio público, territorio, pasa por el conocimiento exhaustivo y la redefinición de los valores del sujeto contemporáneo.
 - En cuanto a lo construido, desechar la idea de que es más barato demoler y construir de nuevo que reutilizar. El precio de las cosas no está en su costo inmediato o directo, sino en la repercusión general de cada acción. La industria de la construcción consume el 50% -cifra que va en aumento- de los recursos mundiales. Esta cifra es, a todas luces, insostenible.

    - Dotar de nueva vida a lo ya construido –reprogramar- pasa por una reflexión desprejuiciada y solvente, moderna y abierta, limítrofe con actitudes científicas, sociales, antropológicas, económicas, artísticas… capaz de asumir criterios formales al servicio del usuario y no al contrario.

    - Que la eficiencia energética no pasa por añadir una serie de gadgets de alta gama y sofisticación o superponer capas de aislamientos a una construcción. La tecnología deberá estar al servicio de la idea. 
  Técnicas como restauración, rehabilitación, reciclaje, reutilización, reprogramación, reaprovechamiento, recuperación o construcción con las sobras, nos transportan, más allá de consideraciones estilísticas, a fórmulas eficientes de ahorro energético y de conciencia ecológica.

Bases para la redacción de un proyecto. El Albaicín es hoy un barrio habitado casi en su integridad por clases sociales y culturales de alto nivel adquisitivo y estudiantes extranjeros, trasladándose a las periferias y barrios marginales la población original. Pese a ello, desde hace varias décadas, desde la Oficina de Rehabilitación del Albaicín, se intenta mantener dicha población y con ello un patrimonio vivo. La ciudad, como ente vivo tiene otras leyes, más cercanas a la idea del movimiento, al sentido de lo fugaz, de la transformación, de lo transitorio, de lo inesperado. La asunción de unas reglas de juego heredadas del Movimiento Moderno en lo que respecta a la conformación de la vivienda -la casa positiva- o al rescate de la ciudad según los códigos de acción de la Tendenza,  no hace otra cosa que empeorar el estado de la cuestión, consolidando una serie de leyes que son, aplicadas sin reflexión y sin criterio valorativo,  mucho más destructivas que las emprendidas de manera "natural" por los usuarios.

  Aquí se propone partir con nuevos razonamientos que no quieren ser ni "tipo" ni "criterio" generalizados, sino una línea de investigación en un lugar concreto basada en la flexibilidad y adaptabilidad a las circunstancias, sin impedir que las transformaciones se puedan seguir dando en el futuro. No debe olvidarse que la vida de un edificio es mucho más dilatada en el tiempo que la de sus moradores. Los actuales vecinos serán remplazados por otros cuyos planteamientos de vida y circunstancias personales serán bien diferentes: la idea de confort, los muebles, los revestimientos, la apariencia, los objetos de consumo, los objetos de identificación o adornos, la fragmentación o especialización espacial, la funcionalidad, la manera de apropiarse de lo común, la luz, las texturas, el color, etc. También éstos necesitarán respuestas.

La mejora de las condiciones de vida y la salubridad del edificio juegan un papel igualmente importante a la hora de proyectar, pero debe existir una conjunción de equilibrios que no debiera pasarse por alto: por un lado la "recuperación" de una serie de espacios y formas que ya dejan de ser puramente particulares para formar parte de la memoria colectiva o del acerbo cultural de la ciudad (sin olvidar que la recuperación de los centros históricos suponen a corto y medio plazo el desarrollo de una industria turística que es, a todas luces, fuente de energía para la comunidad) y por otro, la forma de vida de sus habitantes -permanentes o esporádicos- que lucha denodadamente por no alejarse de su barrio, como, a partir de los sesenta, tuvieron que hacerlo tantos de sus convecinos, pero ahora amenazados, no por la insalubridad, sino por los procesos especulativos.
La propuesta consiste fundamentalmente en la recuperación de la estructura constructiva y espacial básica del edificio a través de sus planos de definición, acoplando los espacios vivideros a partir ésta, según su posición relativa y permitiendo el desarrollo de todo el arco de posibilidades que conlleva.  En este sentido, son claves:
    - La demolición de la tabiquería de todas las crujías, en un intento de definición espacial lo más neutro posible. 
    - El intento de crear un equilibrio entre la preservación de elementos comunes, limpieza estructural constructiva y espacial. 
    - El encaje de viviendas mínimas para ser habitadas por personas mayores, con o sin  jóvenes cuidadores. 
    - El mantenimiento como base fundamental de los niveles de forjado actuales y volumetría general del edificio. 
    - El patio, el zaguán, y el torreón se potencian, dándole un carácter comunitario de convivencia

Las viviendas se desarrollan con un programa de infravivienda, compuesto por salón, un dormitorio o dos, baño y cocina. Cada unidad es variable según las circunstancias específicas de cada caso, pudiéndose producir encuentros entre las diferentes funciones. Así, los salones, las cocinas o los dormitorios pueden resolverse en una única pieza espacial que combinan diferentes formas de habitar, a medio camino entre las perspectivas habitacionales iniciadas en los sesenta neoyorkinos y la vivienda mínima tradicional de origen musulmán.

 
 En definitiva, una ARQUITECTURA SILENCIOSA, de acupuntura urbana, discreta, cuyo valor reside en el conjunto múltiples intervenciones capaces de dinamizar y rescatar conjuntos históricos desde la perspectiva de la contemporaneidad.

 Aunque en un estado de evidente deterioro y abandono, por los indicios encontrados parece que la edificación, una casa patio de tradición árabe-morisca, concebida en un principio como vivienda unifamiliar, ha llegado hasta nuestros días, tras un continuo proceso de lenta reformulación constructiva, espacial y habitacional, reconvertida en vivienda colectiva, hasta ser ocupada ilegalmente en su última fase. Realmente se trata de una adición de casas a lo largo del tiempo, donde se pueden distinguir claramente 5 elementos, además del espacio abovedado descubierto durante las obras, con formas de construcción y cotas diferentes, lo que confiere al conjunto esa singular tipología y topografía interna.
La edificación objeto de estudio, situada en una manzana de pequeñas dimensiones, delimitada por las calles San Gregorio, que gira en ángulo recto, la del Huerto y la de Grifos de San José, presenta fachada, de dos plantas de altura, a dos calles opuestas, la calle San Gregorio y la del Huerto. El desnivel existente entre ambas ha propiciado la existencia en el interior de la edificación, de un complicado sistema de distintos niveles que articulan las diferentes cotas existentes.
El elemento fundamentalmente estructurador en torno al cual se distribuyen las diversas dependencias, como es habitual en este tipo de edificaciones, es el patio, en este caso de carácter único, de planta prácticamente cuadrada, situado en posición centrada y con dos galerías voladas a patio situadas en lados opuestos. Las escaleras, la ornamentación de las galerías y fachadas y sobretodo, la aparición de un elemento la torre mirador, completan el muestrario tipológico de la vivienda.
Uno de los elementos más complejos y ricos del edificio es la galería.  Debido a su sutileza constructiva y la relación tan natural que plantea con el espacio exterior del patio, la convierte en un espacio ambiguo a la vez que polivalente. Ambiguo por su doble dimensión interior-exterior y público-privado... y polivalente en cuanto que, creada como espacio de circulación protegido de la lluvia, es al mismo tiempo el lugar de encuentro y relación intervecinal, captador de luz, aire, fresco o calor, de pequeño jardín, etc. Un colchón espacial muy sensible capaz de captar a la perfección la situación de sus habitantes. La galería define el patio, el hueco. El patio centrado en la parcela adquiere todo su sentido desde la perspectiva de la representación social. La permeabilidad entre éste y la calle, permite una adecuada aireación de la casa. En definitiva la galería y el patio son el alma de la vecindad, un retrato vivo de la vida cotidiana.

 La casa Zayas fue uno más de los ejemplos de residencia noble del Albaicín que con el tiempo y por distintas circunstancias, fue alquilándose por trozos a otros moradores ajenos a la unidad familiar. Es a partir de ese momento cuando el esquema funcional comienza a redefinirse, lo que conlleva a su vez a una redefinición espacial sustancial. Ese salto provoca en el edificio una transformación tan profunda que hace necesario revisar el concepto de tipología básica para enfrentarnos al artefacto construido desde una nueva visión, más abstracta. El tiempo y su desgarrador efecto sobre los objetos, va transformando los elementos arquitectónicos y revalidando, a veces con crueldad, su grado de "bondad", demostrando que únicamente sobreviven aquellos que son capaces de adaptarse a las nuevas circunstancias.  


 Hablar, pues, de “tipo” deja de tener sentido y surge un elemento arquitectónico de alto valor: una estructura edificatoria capaz, cuyo interés fundamental reside en la flexibilidad. Su adaptabilidad a cambios de uso, de propiedad, de vecindario, de gusto dominante, etc. Un potencial arquitectónico, cuya estructura espacial, funcional, lumínica, formal, etc. está siempre abierta a la redefinición o la reorientación según los criterios de valor de cada momento.


Claves: la claridad de planteamientos y la economía de medios. Básicamente, la construcción se reduce a una serie de planos horizontales y verticales –muros y forjados- que van conformando, según su posición relativa, una serie de recintos habitables de diferente configuración: el patio es la ausencia interior, las galerías los límites ambiguos. Todo ello con un alto grado de simplicidad y una mínima especialización. No hay una diferenciación entre la estructura portante y la espacial, como ocurre en arquitecturas más recientes, organizando la vida en los intersticios que se van conformando. Los tabiques, de relativamente reciente aparición, sirven como conformadores de subespacios más concretos, más cercanos a los dictados de la tradición contemporánea deudora del Movimiento Moderno.
En cualquier caso, el concepto del reciclaje es parte de la vida del edificio: arquitectura transformable y “nutritiva”.


 La vivienda es abstracta, orgánica y contradictoria. Los recintos privados destinados a vivienda son geométricamente puros y sin especialización funcional. Por lo general, un espacio único o una sucesión homogénea de dos o tres, unidos por huecos, habitualmente sin carpintería. Cada uno de estos espacios se usan de manera aleatoria y flexible, dependiendo de la unidad familiar o las circunstancias específicas de cada clan que va cambiando a lo largo de su dilatada vida. La tarea de acomodación al uso particular se resuelve mediante muebles. Su forma y la disposición relativa, tanto entre ellos como respecto a la caja o contenedor espacial, serán los agentes cualificación espacial y funcional más inmediatos. 

 
 Otro agente de recualificación espacial, menos rápido, pero más potente, es el de la apropiación de lo común. La necesidad de aumentar la rentabilidad de los inmuebles pasaba inevitablemente por aumentar su superficie aprovechable. La colmatación de los espacios privativos implicaba la apropiación de otros espacios de uso comunitario: galerías, partes bajas de las escaleras, azoteas o zaguanes. Si la estructura base permanece casi inalterada, tal vez porque su modificación es costosa y compleja, la apropiación consiste en la ampliación hacia fuera, produciendo una serie de “empastes” sucesivos que va matizando –con cal y verdina año tras año acumulada- el aspecto puro y radical de la construcción original, para conferirle una blandura casi orgánica, tan típica de las casas de vecinos. Colmataciones que van creando en su aleatoriedad situaciones extraordinariamente ricas y complejas. Una sensación de dinamicidad y vida que pugna con la estaticidad dominante y universal.



 Como se ha señalado, el edificio no se construye de una vez ni con la volumetría con la que hoy presenta, en un solar limpio y en una sola operación. Su sistema estructural y espacial es complejo a partir de unión de partes definidas. 
 
Los materiales con que se construye son comunes y  baratos, empleando soluciones constructivas elementales y adornos poco sofisticados (con excepción de las figuraciones de la fachada que tras un estudio más pormenorizado que habrá que llevar a cabo, sugerirán nuevos campos de conocimiento). 

Ello ha hecho posible la adaptación a las diferentes circunstancias y solicitaciones a las que se ha sometido y parece que sigue dispuesto a aceptar otras en el futuro.





Ante la idea de emprender una nueva acción más conceptual y comprometida sobre el edificio, cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿por qué este complejo arquitectónico sigue siendo útil? ¿qué es lo que todavía hoy nos sigue pareciendo tan fascinante?


 

 Para ver el artículo en pdf pincha aqui.
 



1 comentario:

  1. he encontrado vuestro blog por casualidad, pero la verdad que ha sido todo un descubrimiento! me encanta vuestra obra, muy cuidada e inspiradora. un saludo!

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